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Fisioterapia danza

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Fisioterapia voz

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Fisioterapia música

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(Haz click en cualquiera de las imágenes para acceder a más información)

La música, el teatro y la danza representan actividades altamente técnicas y complejas que conllevan un gran número de repeticiones de gestos y posturas. A esto se le añade una importante carga emocional por la puesta en escena y muchas horas de trabajo agrupadas en poco tiempo, lo que nos lleva generalmente a una serie de lesiones muy específicas en cada campo.

No tienen los mismos problemas los profesionales de la voz, músicos o bailarines. Igualmente existen diferencias notables en las necesidades de cada sector. No es lo mismo un bailarín de fanky o de danza clásica, así como tampoco tienen las mismas necesidades un actor de mimo o un monologuista. El fisioterapeuta especializado en artes escénicas conoce la dificultad técnica y las necesidades de cada caso. Estos problemas se pueden evitar con un buen trabajo de prevención en los entrenamientos, ensayos, y correcciones posturales en la técnica y la puesta en escena, y quién mejor que un fisioterapeuta para realizar esta tarea. A nivel de rendimiento, el artista se equipara a un deportista de alto nivel, tiene sus lesiones específicas. Al igual que en la mayoría de las especialidades deportivas se acepta la imprescindibilidad de la figura del fisioterapeuta, en el mundo de las artes escénicas debería asumirse como una figura igualmente necesaria. En definitiva, el fisioterapeuta especializado en artes escénicas:

  1. Previene las lesiones acondicionando el cuerpo para poder realizar mejor las técnicas necesarias a cada campo.
  2. Ayuda a corregir gestos o actitudes lesivas, mejorando así su rendimiento.
  3. Trata las lesiones ya instauradas y evitar su recaída.
  4. Ayuda a contrarrestar los efectos negativos de una exigencia física y emocional que en algunos casos es ineludible por exigencias de la actuación; aconsejándole autotratamientos o autoestiramientos que le ayuden a relajar los tejidos y articulaciones más solicitados.

 

Sonia Boisa Castelao

Fisioterapeuta colegiada nº3

El pasado fin de semana, el equipo del Centro de Fisioterapia y Osteopatía Eguzki, hicimos un seminario del curso de osteopatía con el profesor de Daniel Fernandez (Pamiers, Francia. Escuela de osteopatía C.R.E.D.O.) sobre la relajación somatoemocional.

Antes de nada, os proponemos este video en el cual podemos ver cómo el estrés afecta negativamente a nuestro cuerpo.

Como hemos visto, cuando corremos un peligro, el cuerpo se prepara para la lucha o para la huída (aumenta nuestro ritmo cardíaco, tensión arterial, el oído se agudiza, los músculos se tensan….).

Esto es algo normal si tras pasar el peligro, el cuerpo vuelve a su normalidad.

El problema es que hoy en día, el ritmo de vida al que estamos sometidos (o mejor dicho, nos sometemos), nos lleva a estar muchas horas en alerta constante.

Este estado contínuo de estrés hace que nuestro cuerpo no vuelva al estado de relajación natural. Vivimos en estado de PRE-alerta.

La labor del osteópata en este campo es la de liberar las tensiones y regular el funcionamiento de los diferentes sistemas corporales. La importancia de esto y su relación con las emociones las explica en este video Antonio Damasio, una referencia a nivel mundial en este campo, entrevistado por Punset.

Como hemos podido oir, la regulación del cuerpo, hace que todos los sistemas funcionen mejor y esto nos lleva a un sentimiento de tranquilidad.

No es suficientemente conocida la importancia de trabajar sobre el cuerpo para mejorar nuestro estado emocional. La terapia manual y la osteopatía pueden ayudar de una manera notable a relajar las tensiones corporales que nos mantienen en un estado emocional alterado. Mediante técnicas concretas podemos liberar los tejidos y con ello mejorar la información que llega a nuestro cerebro sobre nuestro estado interno. Esto puede ser de gran ayuda a la hora de superar numerosos trastornos físicos detrás de los cuales puede haber un componente emocional.

Lo que sí es más conocida hoy en día es la  teoría cognitiva de la emoción. Según esta teoría la emoción es el resultado de la combinación de lo que sientes con lo que piensas. Se ha demostrado científicamente que la interocepción (sentido interno del estado visceral) tiene su proyección en la corteza cerebral (ínsula).  Éste es el mismo área que se activa cuando sentimos una emoción.

Tenemos pues, la prueba de que emoción y viscera están relacionados.

Entonces, ¿qué pasa si tratamos de liberar esas tensiones a nivel interoceptivo (visceral)? ¿No sería lógico pensar que conseguiríamos también mejorar el estado emocional?

 

http://www.deia.com/2013/07/01/bizkaia/superacion-sobre-ruedas

Aquí os paso el enlace de un artículo del Deia del día 24 de junio de 2013. Mikeldi es un paciente que durante muchos años estuvo viniendo al Centro de Fisioterapia y Osteopatía de Durango a rehabilitarse. La mejor prueba para saber que con trabajo y constancia uno puede llegar mucho más lejos que lo que los pronósticos teóricos en un principio dicen.

Hoy en día sigo trabajando con pacientes hemipléjicos. Esto es un soplo de aire fresco y esperanza para animarles a que no tiren la toalla y sigan luchando y trabajando por su mejora. Pasito a pasito, se puede llegar muy lejos. 

Desde el Centro de Fisioterapia y Osteopatía Eguzki, seguiremos trabajando con esa misma positividad y energía para conseguir sacar el mayor partido a la capacidad de recuperación de cada paciente. 

¡Enhorabuena Mikeldi! Y sigue siempre con esa fuerza para ver el lado positivo de cada situación. Esto es lo que realmente hace avanzar al ser humano.

 Nunca dudé de que conseguirías hacer todo aquello que te propusieras. Recuerdo el primer día, cuando aún te costaba caminar y al preguntarte cuál era tu objetivo en la rehabilitación, dijiste: “subir al Amboto”. Yo te contesté… para correr, hay que andar primero, paso a paso… Pero ahí estás, con mucho esfuerzo, constancia y trabajo lo has conseguido. Me alegro de haber podido acompañarte en tu mejora.

Un saludo. Sonia

Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice: -Sal a la calle que hay un regalo para tí.

Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy “chic”. Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo… todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más.

Entonces miro por la ventana y veo “el paisaje”: de un lado el frente de mi casa, del otro, el frente de la casa de mi vecino… y digo: “¡Qué bárbaro este regalo! “¡Qué bien, qué lindo…!” Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.

Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.

Me pregunto: “¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?” Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.

De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome: -¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?

Yo pongo cara de “qué-le-falta” mientras miro las alfombras y los tapizados.

-Le faltan los caballos – me dice antes de que llegue a preguntarle.

Por eso veo siempre lo mismo -pienso-, por eso me parece aburrido.

-Cierto – digo yo.

Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra vez y desde adentro les grito:

-¡¡Eaaaaa!!

El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende.

Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.

Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.

Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso.

Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.

En ese momento veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto.

Lo insulto: -¡Qué me hizo!

Me grita:-¡Te falta el cochero!

-¡Ah! – digo yo.

Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los caballos y decido contratar un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.

Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde ir.

Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta.

Yo… Yo disfruto el viaje.

“Hemos nacido, salido de nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo.

A poco de nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los afectos.

Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es donde aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar racionalmente.

El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos.

No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque… ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de tí si fueras solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida? Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco puedes descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto. Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje…”

Cuando se nos presenta un dolor, lo primero que nos preguntamos es; ¿qué me está pasando?…y lo más importante: ¿Cómo lo soluciono?

A veces no es fácil elegir el camino adecuado, ya que el cuerpo humano es infinitamente complejo y hoy en día existen asimismo infinidad de terapias.

El primer paso es intentar entender qué nos está pasando, ya que el origen del dolor no siempre está en el mismo lugar donde aparece. Para ello debemos primero observar qué está ocurriendo con nuestro cuerpo, qué compensaciones está realizando y porqué.

Todos los sistemas de nuestro cuerpo trabajan en conjunto para el mantenimiento de las funciones básicas (alimentación, movimiento, reproducción, respiración. En definitiva, la permanencia (vivir)). Cuando existe un problema en alguno de estos sistemas, el cuerpo realizará las compensaciones necesarias para intentar protegerlos.

Un ejemplo para explicar esto podría ser:

Un “callo” en la parte externa del pie. El cuerpo debe mantener la función de movimiento. Para evitar el dolor comenzamos a variar la forma de pisar. Esto nos genera tensión en la rodilla y para que no duela, el cuerpo compensa con una flexión en la cadera. Esto a su vez hace que la región lumbar se gire y provoque un pinzamiento lumbar. Finalmente tenemos el dolor en la región lumbar cuando realmente el problema ha comenzado en el pie.

Pero todavía lo podríamos complicar más. ¿Por qué ha aparecido ese “callo”?. ¿Existía anteriormente alguna otra compensación que hacía que no apoyara bien el pie? ¿De dónde vienen esas otras compensaciones?….. Volvemos a manifestar la gran complejidad del cuerpo. Debemos intentar entenderlo poco a poco. Buscando respuesta por respuesta. Quitando capa a capa las tensiones que se han ido generando en el cuerpo.

Nos queda la pregunta, ¿qué puedo hacer? En primer lugar, aceptar que tu cuerpo te está pidiendo ayuda y buscar un profesional que te ayude a responder el resto de cuestiones. Por complicado que parezca, sólo hay que encontrar los caminos terapéuticos adecuados a tu caso.

En Fisioterapia Eguzki, te ayudamos a encontrar el camino terapéutico adecuado. Para ello hacemos un examen de la postura completo, para así para conseguir las respuestas necesarias a tus preguntas, aconsejándote el tipo de terapia necesaria para tu caso.

Para más información;

www.fisioeguzki.com

Hola a todos!!

Os presentamos nuestra nueva página web y nuestro blog, con nuevos contenidos en donde iremos colgando diferentes artículos y videos que nos puedan parecer de vuestro interés.

Como algunos ya sabéis, un punto muy importante en nuestra filosofía es la formación continuada, que no ha cesado desde que en el año 2000 terminamos la diplomatura de Fisioterapia en la escuela de Ciencias de la Salud de Zaragoza. En nuestra nueva web, podréis estar al tanto de nuestros avances e investigaciones en el estudio del cuerpo humano.

Desde entonces, hemos ido profundizando en el conocimiento para ir dando respuesta a las  necesidades de nuestros pacientes, observando la gran complejidad del cuerpo y adoptando cada vez un enfoque más global en nuestros tratamientos. No podemos “parcelar” el cuerpo humano, puesto que todos los sistemas funcionan de manera coordinada. Esto es de suma importancia a la hora de poder entender la evolución y tratamiento de una lesión. Y queremos que vosotros entendáis hasta qué punto es importante el tan nombrado “tratamiento global” y de qué se trata.

Nuestro objetivo con esta nueva web y su blog es mantener un contacto más cercano con todo aquel que esté interesado en entender un poco más qué le ocurre a su propio cuerpo. Y mantener una relación directa con vosotros para poder ayudaros a resolver cualquier duda que tengáis sobre una lesión determinada o su tratamiento.

Espero que os guste.

“Él (hombre) no es el cuerpo físico, las emociones o el alma. Éstos son más bien instrumentos que le permiten actuar en el mundo físico, emocional o espiritual, y nosotros tenemos la obligación de estudiar la anatomía y la fisiología de estos instrumentos si queremos tratar al ser humano en su globalidad”. V.M. Frymann

Un saludo

Sonia Boisa y Javier Gomez

Centro de Fisioterapia y Osteopatía Eguzki