La posición de boca abajo tiene una importancia fundamental para el desarrollo de la espalda del bebé. Por ello, es necesario dejar al niño en el suelo boca abajo y darle así la posibilidad de que explore su entorno.

La curiosidad por aquello que le rodea, al mismo tiempo que el desarrollo de la vista (con la que el niño conseguirá ver cosas cada vez más lejanas),  hará que el niño vaya desarrollando su capacidad extensora (trabajo de la musculatura de la espalda), sus abdominales (importantísimos para tanto para la estática postural como para el movimiento), y a su vez, realizará un trabajo importante de estabilización de los hombros, lo que le permitirá posteriormente desarrollar mejor la motricidad fina (necesitamos una estabilización de las zonas proximales del cuerpo, para obtener un movimiento selectivo en las zonas distales).

A las 3-4 meses, cuando el lactante está sobre el vientre, debe conseguir apoyarse sobre los codos y el pubis (el pecho está  elevado).

A los 6-7 meses, el niño se apoya ya sobre las manos y tanto el pecho como el vientre (e incluso los muslos) estarán separados del suelo). Esto nos indica un importante desarrollo de la musculatura abdominal y de los estabilizadores de la cintura escapular (hombros),  así como el desarrollo de la musculatura extensora del tronco. El niño va formando ya su curva lordótica lumbar fisiológica y extiende sus caderas.  Se va preparando hacia su camino a la bipedestación.

A los 9-10 meses el niño ya juega a balancearse adelante y atrás pasando el peso de sus manos a los pies, se sienta de lado, gatea, va al apoyo trípode (tres puntos de apoyo)..

A los 10-12 meses el niño comienza a ponerse de pie por sí mismo. Primeramente ayudándose con las manos, para después hacerlo sólo, pasando por la posición de trípode (disociación de piernas). El hecho de que el niño siempre se levante con las dos piernas a la vez, nos puede indicar que se ha saltado algún hito motor anterior. Probablemente tenga problemas de disociar los miembros del cuerpo (izquierda-derecha), y no tenga bien desarrollado el patrón contralateral (gateo).


Estas referencias temporales en cuanto a la obtención de los hitos motores, como ya hemos dicho otras veces, no son exactos, es decir, siempre hay un margen para la obtención de los mismos. Hay niños que comienzan a andar con 11-12 meses y otros no lo hacen hasta los 15-16.

La cuestión es tener una pequeña referencia de los hitos motores. Y cuando acostamos a un niño sobre el vientre con 3 meses y vemos que no consigue ni tan siquiera elevar la cabeza, debemos sospechar de algo. Obviamente, el primero en detectar cualquier problema será el pediatra.

No obstante, en ocasiones,  no existe una lesión neurológica real (es decir, del sistema nervioso central) y el problema es que el niño presenta una disfunción en su columna vertebral o incluso en su pelvis o caderas, y esto le impide el poder elevar la cabeza o el pecho.

Muchas veces, al acostar al niño sobre el vientre, al bebé le cuesta estar en esta posición. Se siente más atrapado y empieza a quejarse.  Llora.

No debemos quitarlo inmediatamente de esta posición, porque de esta forma el niño no va a ver la necesidad de “buscarse la vida”para conseguir aquello que quiere, que al fin y al cabo, es ver el mundo de su alrededor. Obviamente, para que el niño muestre interés, debemos darle algún aliciente (mostrarle juguetes).

No obstante, si tras un rato, el niño no consigue hacer nada y su llanto no cesa, puede ser que el niño tenga dificultades reales para conseguir enderezarse. En ese caso, deberemos consultar a un especialista. En el Centro de Fisioterapia y Osteoapatía Eguzki, estaremos encantados de daros nuestra punto de vista sobre la situación de vuestro bebé.

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